DESCÚBREME...


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“La timidez es una condición ajena al corazón, una categoría, una dimensión que desemboca en la soledad. (Pablo Neruda)”

Me cuesta concentrarme a pesar de que esta reunión es la más importante que he tenido hasta ahora. Sobre la mesa, una dura negociación.
Sé que estoy lista, llevo años preparándome para este momento y lo peor es que entre todos los ojos que me observan están los de Miguel; por eso soy consciente de que también por primera vez, no soy transparente.
Esa es mi definición. Tengo que lidiar una batalla continua en mí interior por cada paso que doy, por eso el desgaste es tan profundo y por eso también, me han colocado en San Benito de esta etiqueta.
Me gustaría poder encontrarle algún sentido. ¡Qué manía con ponerlas! Siempre me ha llamado muchísimo la atención el empeño en colocarlas. Todavía no sé en qué momento, ni puedo entenderlo, la vida decidió que yo sufriera la enfermedad de la timidez. Muchas veces a lo largo de los años cuando en la oficina se ha organizado alguna cena o comida,  he podido oír… “¿Silvia? Silvia no. No cuentes con ella. Mira que es rara, no se hace con nadie”
¿Qué sentido tiene que te etiqueten de triste, o de huraña, o de extrovertida, o de antipática, o de díscola? o de simplemente… “¡Qué lástima con lo mona que es y qué sosa!”
Me gustaría saber en qué momento por unanimidad se decidió que fueran peyorativas esas cualidades. Sí, he dicho cualidades, porque lo son. Sentir timidez, no significa que seas incapaz de apreciar la vida en toda su dimensión; algo tan sencillo como disfrutar de un atardecer o de una buena película, o de una buena compañía.
No voy a negar lo que soy. No existe una explicación coherente sobre la timidez, pero es obvio que no deja de ser una emoción poderosa. No más que eso. Un recodo más del camino por andar.
Somos lo que somos, algo inevitable.  Algo tan simple y complicado como eso.
Ay, Dios, no debo dejarme llevar, pero me sudan las manos y no quiero que parezcan de trapo; necesito demostrar determinación.
Quizás por eso, mientras hablo, centró la mirada en sus ojos y por primera vez, me parece apreciar un destello de curiosidad en él y también, a pesar de la circunstancia en la que me encuentro, por primera vez, no esquivo su mirada mientras rebato a mi oponente.
Si es listo, lo sabrá. Si se fija bien, podrá descubrir a la persona que soy más allá de las palabras.
Verme es más sencillo de lo que parece y saber apreciar lo que no se ve, es tan fácil como leer lo que le dicen mis ojos…
Descúbreme.



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